Pueblos rojos. El color de la tierra!
Ecolorgy pone su mirada en todo lo que tenga que ver con los Colores Naturales, es decir, las fuentes de color que nos ofrece la Naturaleza para dar vida a campos tan diversos como las (BELLAS)-Bellas Artes la (BIO)-construcción, las Pinturas-(NATURALES), la (BIO)-gastronomía y los textiles-(SLOW). El post de hoy al que hemos titulado “Pueblos rojos. El color de la tierra!” surge de la excursión que ayer nos llevó a conocer las expresiones de color –y signo distintivo– de la arquitectura tradicional de los pueblos ubicados en las laderas septentrionales de la sierra de Ayllón (Segovia). Y aunque hoy hablaremos de los pueblos rojos y ya otro día (por aquello de dedicarle un espacio aparte a cada fuente de color) lo haremos de amarillos. E intencionadamente, nos dejaremos –nunca mejor dicho– en el tintero a los pueblos negros, ya que su color no proviene de un colorante natural sino de la pizarra.
Dicho lo cual, comenzamos! Los pueblos rojos son un buen ejemplo de cómo antes de la cultura del ladrillazo, se echaba mano de los materiales que teníamos a nuestro alcance, logrando crear unidades armoniosas con el paisaje que quedaban camufladas en el territorio, como también lo hacen los pueblos nómadas del Atlas (Marruecos), que hasta cuesta distinguirlos en la inmensidad del paisaje. De esta forma, cada zona (aparte de no depender de otras regiones), iba configurando estilos arquitectónicos propios e influyendo en la idiosincrasia de sus gentes. Y es que, en un mundo globalizado en el que una urbanización puede tener la misma apariencia aquí que en las antípodas, es inevitable caer en el romanticismo de pensar en la diversidad cultural de los pueblos de antaño, en función de los recursos naturales que tenían a su alcance.
Pero aún no hemos respondido a lo esencial: ¿de dónde obtenían ese característico color pardo rojizo pueblos como Madriguera o Villacorta? Pues bien, la gama cromática característica de la sierra de Ayllón se la debemos a su diversidad geológica y, en el caso de los pueblos rojos, a las abundantes areniscas ferruginosas, un tipo de roca sedimentaria (perteneciente al grupo de los pétreos naturales) rica en óxido de hierro, responsable del característico color pardo-rojizo al que hoy homenajeamos. No es de extrañar que Madriguera forme parte de la conocida como “Ruta del Color” de la cual ya somos fans absolutos y estaremos aquí para compartir todo lo que vayamos descubriendo!.
Nos comentan por la zona que tradicionalmente lo usaban de dos formas: una, empleando la arenisca tamizada (a modo de arena colorante) como ingrediente del mortero (ahora compuesto fundamentalmente de cemento pero que antes lo hacían, entre otras cosas, con arcillas locales); y dos, disolviendo el polvo ferruginoso en agua y aplicándolo a modo de pintura en dinteles, vigas, puertas y paredes, queremos pensar que con fines más funcionales que decorativos, pues parece tener propiedades conservantes e incluso reguladoras de la temperatura y la humedad, sobre lo que nos podrían hablar con mayor propiedad nuestros amigos (BIO)-Constructores! Lo que no mencionaron fue su empleo para la elaboración de revocos (revestimientos exteriores), tema sobre el que habrá que investigar pues pensamos que era una de las formas en las que se debería usar. Nos quedamos con la duda de si las cárcavas (socavones en el terreno producidas por la erosión del agua) de los alrededores, son de origen natural o provocadas por la extracción de este preciado recurso. Retomaremos este homenaje a los colores tradicionales de Ayllón con los pueblos amarillos.